jueves, 19 de abril de 2012

70 años después de la tragedia del hundimiento del barco Struma por un torpedo sovietico: 768 judíos, incluyendo 103 bebes y niños perecieron.




Los nazis asesinaron durante la Segunda Guerra Mundial a 6 millones de judíos. Comparado a ese número, la muerte de 768 judíos, incluyendo 103 bebes y niños, que perecieron el 24 de junio de 1942 cuando el barco Struma fue hundido por un torpedo disparado por un submarino soviético en el Mar Negro, es, tal vez para algunos, un pequeño detalle que casi no vale la pena mencionar dentro de la enormidad de la tragedia del pueblo judío.

Lo que diferencia la tragedia del Struma, y hace, hoy más que nunca, necesario su recuerdo, es que los causantes de la muerte de los 768 judíos no fueron los nazis sino los aliados, Gran Bretaña y la Unión Soviética, y, en el caso de Turquía, un país neutral. Los gobernantes de los tres Estados responsables de la tragedia demostraron ser tan inhumanos, tan malvados, tan faltos de compasión, tan indiferentes a la terrible situación judía en Europa, y tan llenos de desprecio y odio a los judíos como los mismos nazis.

La tragedia del Struma, a diferencia de los secretos campos nazis de exterminio, se desarrolló en público, a sabiendas de todo el mundo. Comenzó en el puerto rumano de Constanza el 8 de diciembre de 1941, cuando 768 judíos, tratando de salvarse, se agruparon frente al barco Struma, con la esperanza que la embarcación los lleve a la Tierra de Israel. Los oficiales de la aduana rumana les permitieron zarpar el 12 de diciembre, después de despojarlos de todos sus bienes, incluyendo ropa y joyas, y de quitarles todas sus provisiones. El barco, que carecía de suficiente espacio para todos los pasajeros, sin baños ni facilidades sanitarias, partió sin alimentos ni medicinas.

Aunque generalmente bastan 14 horas para navegar desde Constanza hasta Estambul, al Struma, por estar en malas condiciones, le demoró cuatro días. A duras penas, con el motor malogrado, sin combustible, comida ni agua, el barco logró anclar en el puerto de Estambul.

Aunque algunos de los pasajeros tenían visas válidas para llegar a Israel, (que estaba bajo el Mandato Británico), Gran Bretaña declaró que a ninguno de los pasajeros del Struma se le permitiría llegar a Israel, y también presionó a Turquía para que impida el desembarco. El Primer Ministro turco declaró, "No se puede esperar de Turquía que sirva de refugio a gente a la que nadie quiere en ningún sitio".

Los pasajeros, sin comida ni agua, colgaron un letrero, Help, en el costado del barco, y lograron recibir mínimas raciones contrabandeadas por judíos turcos que habían sobornado a los guardias.

La Agencia Judía envió una petición a los británicos pidiéndole que permitan que los pasajeros del Struma llegar a Israel escapando de la masacre europea. Los británicos no se tomaron el trabajo de contestar. Por el contrario, acusaron a los pasajeros, judíos que escapaban del nazismo, de ser agentes nazis, porque venían de Rumania, país aliado a Alemania. El 13 de febrero la Agencia Judía escribió a las autoridades británicas que, al igual que los miles de refugiados griegos, yugoslavos, polacos y checos, que habían recibido refugio británico en el Medio Oriente, también deberían darlo a los judíos.

El 23 de febrero los turcos remolcaron al Struma al Mar Negro, fuera de sus aguas territoriales, a pesar de que la Agencia Judía les pidió no hacerlo ya que el motor estaba malogrado, el barco no tenía combustible y carecía de botes salvavidas.

El día siguiente, 24 de febrero de 1942, un submarino soviético torpedeó al Struma. Se calcula que 500 murieron de inmediato y el resto se ahogó. Una sola persona sobrevivió, un joven de 19 años, que fue encarcelado por los turcos durante seis semanas, y al final se le permitió ir a la Tierra de Israel.

¿Por qué es importante recordar al Struma? Hoy, los judíos de Israel, estamos en una posición similar a los desventurados pasajeros del Struma. El mundo, en gran parte, está dividido entre los que sienten antipatía a los judíos en general y al Estado Judío en especial, y los que se limitan a demostrar indiferencia a las amenazas de un nuevo Holocausto a manos de un régimen fanático y extremista.

Sin embargo, hoy 70 años después de la tragedia del Struma, hay una diferencia, los judíos sabemos que no podemos confiar en la buena voluntad del mundo.


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